LEONORA
CARRINGTON
En este domingo de quietud y recogimiento, de pronto se abrió
paso, en mi mente el recuerdo de la sorprendente y enigmática pintora Leonora
Carrington, la cual es mi deseo acercarla y a la vez quiero con este efímero
recuerdo brindarle un pequeño y merecido homenaje.
Leonora, hace años que me impactó, despertando su pintura en mí
más si cabe, a esa niña interior que hoy a pesar del paso del tiempo sigue
vigente y como ayer, por momentos cobra vida, con más fuerza, cuando contemplo o
vivo algo extraordinario. Y ello me sucedió al descubrir por primera vez, sus
pinturas y cuadros, llenos de surrealismo, hadas, unicornios imagines, leyendas y
fantasía de esta maravillosa pintora cuando visité Méjico. En el mundo de Leonora, además de la pintura, tuvo cabida maravillosamente la literatura, ya que como una exploradora, se adentró en
ella, dejándonos obras singulares, en las cuales no falto la poesía, además de la
creación de libros de gran éxito.
Leonora, se enamoró apasionadamente en su juventud, del pintor
Max Ernst y con él descubrió, además del amor, a los grandes pintores del
surrealismo, pues trabó amistad en París con Dalí, Miró, Picasso, Duchamp y otros grandes
personajes como Bretón.En la vida de Leonora, hubo un momento álgido en el cual, su
mente perdió, el norte, sobrepasada de dolor, al no poder soportar la
desesperación, cuando su amor Max Ernst fue enviado a un campo de
concentración. El perdió su libertad, al ser confinado en dicho campo y a la vez
Ella, Leonora también, al ser recluida en un manicomio, en España en la ciudad de
Santander, donde fue sometida, a métodos salvajes, que anularon momentáneamente su
lucidez e independencia, como persona. Pero Ella, mujer muy inteligente, pronto comprendió que tenia que atenuar,la angustia y el sufrimiento por la perdida
amorosa del ser amado, si quería volver a ser ella misma y recuperar su autonomía
y el control de su vida y su persona, como así fue, pues aprovechando un paseo por
el jardín, del centro, se fugó, y de la mano de conocidos que la ayudaron a salir
de España se trasladó a Portugal y a través de su embajada, la de Méjico y con la ayuda de
Peggy Gugganheim se traslado a Nueva York, donde triunfó y se reencontró con
Max, y al paso del tiempo, se asentó en Méjico el cual la conquisto literalmente y
fue testigo y motivo, de su maravillosa obra artística y literaria llena a
rebosar, de genialidad, y plena de singularidad.
Madre de dos hijos, su vida fue
siempre, una ruta y un desafió a las convenciones sociales y sin ataduras
conquistó y logró aquello que siempre soñó, ser una mujer libre...
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