PRINCESA LETIZIA.
LADRAN SANCHO MÁS LUEGO CABALGAMOS.
DE ASTURIANA A ASTURIANA
A
LETIZIA
DOÑA LETIZIA
ALTEZA LETIZIA
MEMORIAS A DEBATE
Y por qué, me pregunto, ya comprobaréis los que visitéis mi blog que siempre es así en mis pinceladas frívolas de la radio y en mis artículos, siempre me pregunto: el porque de ciertas actitudes; bueno pues eso señora, me preguntó yo, ¿a qué viene tanto rife rafe por sus vivencias?, si corrió y si vivió, pues mira que suerte, porque lo que es ahora, está como en la mili, ¡vive a toque de corneta!
¿Por qué?, yo me sigo preguntando: ¿qué sucede, ya estamos con la discriminación de la mujer?, ¿quién examina al Príncipe de Asturias en sus andares?; los retrógrados de este, mi muy amado país, quisieran una neófita de la realeza reciente salida de la cuna e inmaculada su pureza, aunque fuera medio “lela” y lo que está claro, que todo este enjambre de puritanos, pasados de moda y tal vez de siglo, tienen la vista tan nublada y tan arcaica que no se les pasa por la media neurona de que disponen, que lo que necesita, una princesa consorte, es ¡talento!, ¡inteligencia! ¡y una voluntad férrea! para no dejarse abatir por esta jauría de perros ladradores, y muy importante es que tenga la sapiencia de no perder la cercanía con el pueblo llano, que somos la mayoría casi, casi todos, no todos, y los que somos no nos paramos a criticar o adentrarnos en una ruta perdida de un acoso y derribo, por qué estamos en la auténtica lucha por vivir y sobrevivir con dignidad y sin masacrar, y somos Doña Letizia, los que en la distancia intuimos el temple y el desgaste al que esta usted expuesta y sometida, y sufre siempre, me recuerda muchísimo usted a la maravillosa y auténtica Lady Di, la cual era continuamente atacada por un enjambre de zánganos que practicaba la frivolidad absoluta, porque eso era y es lo que vende, cuando Diana de Gales, pasaba noches en la cabecera de un moribundo, ¡no interesaba!, ¡no vendía!, y a usted Doña Letizia, princesa Letizia, le sucede más de lo mismo, esos enfermizos, la siguen y persiguen haciendo el ridículo más absoluto ante la mayoría de los ciudadanos; ¡pues eso señora! bastante soporta estoicamente, desde aquel día lluvioso en que cambio su vida en un cruce de agujas de tren, pero ¡esté! sin vuelta atrás, nadie mejor que usted puede decir como Machado, aquello de: “caminante no hay camino se hace camino al andar y al volver la vista atrás, veras la senda que nunca más has de pisar”
Aunque usted, como Pelayo o Fabila, retorne a sus raíces, seguro que con gran necesidad de respirar y oxigenarse cargándose de auténtica y buena energía, con la sal marina de las playas de su tierra, ¡Asturias!, que afortunadamente es la mía, para adentrarse en ese alto, donde mora y pernocta Menchu del Valle, y ahí, en esa casita, de pequeña galería y piedra, resguardada, usted Doña Letizia, de los vientos de esos que practican la envidia, como deporte nacional, por qué llevan en el adn esa genética y esos otros de ínfulas aristocráticas, los de “sangres asuls”, como dirían “Los Morancos”, pues eso, que ahí, entre los picos de Europa y los valles de Sardéu, donde se respira el Mar del Cantabrico, ¡salvaje pero auténtico!, seguro al sabor de una buena fabada, una merluza a la sidra y un arroz con leche, se olvida usted de los veraniegos yates y vuelve a encontrarse con esa Letizia a la que nadie regaló nada, tan solo los suyos, los más cercanos en sangre, son los que la arropaban con mixtura de admiración cariño y lealtad, su familia como a muchas familias asturianas que saben lo que cuesta que una hija o un hijo, arriben en sus estudios y en ese tiempo apuestan por ellos, porque saben que su inteligencia destaca de la media.
¡Qué se casó usted con el Príncipe de Asturias!, ¡pues muy bien!, ya que, como persona inteligente que es, seguro que pensó, podrá otra hacerlo mejor que yo, pues seguro que como yo, no! Y con valentía se subió a ese campo universitario y ese desafío que es la vida, la vida de una princesa del pueblo, ¡que será cuando la dejen!, y dejen de marearla, y usted de examinarse y enjuiciarse, queriendo ser perfecta y perfeccionista será entonces cuando respirará tranquila dejando las tensiones emocionales como regalo en las riberas asturianas a esos mediocres de crítica destructiva y practicantes, insisto del acoso y derribo, tan solo pueden alegar que vivió, se divirtió y posiblemente como todos cuando se desarrolla la personalidad, se vive y se equivoca o no, como cualquier ser humano y quién es más que nadie para enjuiciar, quién esta en posesión de la verdad, por favor seamos más tolerantes, y más humildes y empecemos por poner los rayos X sobre nuestras propias vidas, o es que hay quien quiere emular a Hitler, queriendo una mujer de raza aria para El Príncipe.
LADRAN SANCHO MÁS LUEGO CABALGAMOS.
DE ASTURIANA A ASTURIANA
A
LETIZIA
DOÑA LETIZIA
ALTEZA LETIZIA
MEMORIAS A DEBATE
Y por qué, me pregunto, ya comprobaréis los que visitéis mi blog que siempre es así en mis pinceladas frívolas de la radio y en mis artículos, siempre me pregunto: el porque de ciertas actitudes; bueno pues eso señora, me preguntó yo, ¿a qué viene tanto rife rafe por sus vivencias?, si corrió y si vivió, pues mira que suerte, porque lo que es ahora, está como en la mili, ¡vive a toque de corneta!
¿Por qué?, yo me sigo preguntando: ¿qué sucede, ya estamos con la discriminación de la mujer?, ¿quién examina al Príncipe de Asturias en sus andares?; los retrógrados de este, mi muy amado país, quisieran una neófita de la realeza reciente salida de la cuna e inmaculada su pureza, aunque fuera medio “lela” y lo que está claro, que todo este enjambre de puritanos, pasados de moda y tal vez de siglo, tienen la vista tan nublada y tan arcaica que no se les pasa por la media neurona de que disponen, que lo que necesita, una princesa consorte, es ¡talento!, ¡inteligencia! ¡y una voluntad férrea! para no dejarse abatir por esta jauría de perros ladradores, y muy importante es que tenga la sapiencia de no perder la cercanía con el pueblo llano, que somos la mayoría casi, casi todos, no todos, y los que somos no nos paramos a criticar o adentrarnos en una ruta perdida de un acoso y derribo, por qué estamos en la auténtica lucha por vivir y sobrevivir con dignidad y sin masacrar, y somos Doña Letizia, los que en la distancia intuimos el temple y el desgaste al que esta usted expuesta y sometida, y sufre siempre, me recuerda muchísimo usted a la maravillosa y auténtica Lady Di, la cual era continuamente atacada por un enjambre de zánganos que practicaba la frivolidad absoluta, porque eso era y es lo que vende, cuando Diana de Gales, pasaba noches en la cabecera de un moribundo, ¡no interesaba!, ¡no vendía!, y a usted Doña Letizia, princesa Letizia, le sucede más de lo mismo, esos enfermizos, la siguen y persiguen haciendo el ridículo más absoluto ante la mayoría de los ciudadanos; ¡pues eso señora! bastante soporta estoicamente, desde aquel día lluvioso en que cambio su vida en un cruce de agujas de tren, pero ¡esté! sin vuelta atrás, nadie mejor que usted puede decir como Machado, aquello de: “caminante no hay camino se hace camino al andar y al volver la vista atrás, veras la senda que nunca más has de pisar”
Aunque usted, como Pelayo o Fabila, retorne a sus raíces, seguro que con gran necesidad de respirar y oxigenarse cargándose de auténtica y buena energía, con la sal marina de las playas de su tierra, ¡Asturias!, que afortunadamente es la mía, para adentrarse en ese alto, donde mora y pernocta Menchu del Valle, y ahí, en esa casita, de pequeña galería y piedra, resguardada, usted Doña Letizia, de los vientos de esos que practican la envidia, como deporte nacional, por qué llevan en el adn esa genética y esos otros de ínfulas aristocráticas, los de “sangres asuls”, como dirían “Los Morancos”, pues eso, que ahí, entre los picos de Europa y los valles de Sardéu, donde se respira el Mar del Cantabrico, ¡salvaje pero auténtico!, seguro al sabor de una buena fabada, una merluza a la sidra y un arroz con leche, se olvida usted de los veraniegos yates y vuelve a encontrarse con esa Letizia a la que nadie regaló nada, tan solo los suyos, los más cercanos en sangre, son los que la arropaban con mixtura de admiración cariño y lealtad, su familia como a muchas familias asturianas que saben lo que cuesta que una hija o un hijo, arriben en sus estudios y en ese tiempo apuestan por ellos, porque saben que su inteligencia destaca de la media.
¡Qué se casó usted con el Príncipe de Asturias!, ¡pues muy bien!, ya que, como persona inteligente que es, seguro que pensó, podrá otra hacerlo mejor que yo, pues seguro que como yo, no! Y con valentía se subió a ese campo universitario y ese desafío que es la vida, la vida de una princesa del pueblo, ¡que será cuando la dejen!, y dejen de marearla, y usted de examinarse y enjuiciarse, queriendo ser perfecta y perfeccionista será entonces cuando respirará tranquila dejando las tensiones emocionales como regalo en las riberas asturianas a esos mediocres de crítica destructiva y practicantes, insisto del acoso y derribo, tan solo pueden alegar que vivió, se divirtió y posiblemente como todos cuando se desarrolla la personalidad, se vive y se equivoca o no, como cualquier ser humano y quién es más que nadie para enjuiciar, quién esta en posesión de la verdad, por favor seamos más tolerantes, y más humildes y empecemos por poner los rayos X sobre nuestras propias vidas, o es que hay quien quiere emular a Hitler, queriendo una mujer de raza aria para El Príncipe.
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