* EL POETA

Escribió el poeta, con voz en tono de amor, y punto de queja.
Volvió a escribir en vocal y consonante
La nostalgia del emigrante.
En el papel dejó constancia de las lágrimas y el olvido.
De la ausencia.
Con tinta trazo calle y camino de sueños perdidos.
Voló el poeta, sobre campos de trigo y plasmo al jornalero en su cansado destino.
Volvió a volar, continentes, y lloro por la sed y el hambre del
niño.
Se quejó, se lamentó por tierras olvidadas.
No entendió que en algunos lugares, la vida no vale nada.
Lloró por guerras de cuatro locos que se escriben con la sangre
de todos.
Habló de la cara del cobarde y del corazón del valiente.
Repudió a unos y acompañó a otros.
Escribió el buen poeta, con letra sencilla, y poco rebuscada, pensando tal vez, que aquel que siente la poesía no necesita laberintos
de frases y palabras.
Amó el poeta con la voz del pueblo grande y el grito del pequeño.
En su bandera escribió en todos los idiomas.
Pidió techo, cama, agua y comida, trabajo y dignidad para todos los nacidos, en cualquier tierra, en cualquier patria.
Escribió acerca de los ojos inocentes del niño, al que le imponen por el camino
el sello del dolor, de la traición, del desamor.
Y siendo hombre o mujer destila lo que le han impreso.
Lloró el poeta, por la cárcel del cuerpo, por la cárcel de la ignorancia, por la cárcel del pensamiento, por la cárcel de la palabra.
Y más lloró por el tiempo que pasa sin ser valorado, y aquel a quien corresponda se queda de brazos cruzados.
Por el amor vivido, y perdido en algún recodo del camino.
Por la soledad no deseada, por la enfermedad implacable y no esperada.
Por el sueño que espera en alguna playa cualquiera.
Por la ilusión perdida.
Por el tren, al que no se subió por cobardía.
Por el cuerpo al que no amó, por timidez.
Por la voz que atenazó en su garganta sin pedir perdón
Por un “te quiero” que encarceló.



Del libro El color de la vida