12 agosto 2012

Charlatanes de Feria

Hoy los debates, proliferan como las moscas en verano. Sus contenidos se repiten un día si y otro también, tanto, que llegan a saturar. Es acertado y digerible que un tertuliano exponga su opinión, pero no lo es tanto, que quiera imponer su criterio o que intente monopolizar todo el tiempo del debate. Menos soportable es aun, que levante la voz para hablar y no dejar hacerlo a quien esta en desacuerdo con su teoría y su criterio hasta el extremo de gritar estridentemente, pues todo ello resulta de una mala educación irritante, y más  cuando el moderador, deja hablar hasta la saciedad a quien le interesa y corta sin ningún miramiento en las primeras palabras al que respira en otra ideología distinta a la suya. Seria fantástico y atrayente, que los debates fueran una ventana abierta para la exposición correcta de problemas bien sea políticos, sociales o más mundanos y frívolos. Pero que sean una bocanada de aire fresco, que se dejen hablar unos a otros y lo hagan escuetamente, no como un monologo y que después de su exposición aporten ideas para paliar dichos problemas. Ello, atraería al espectador y no le dejaría con el peso del mundo encima y con una carga de agobio sin limites.

Señores, debates si, pero no tóxicos ni llenos de fanatismos, que sean ágiles y objetivos, pues actualmente, más parecen un telediario funesto y desalentador que lo que debieran ser, un grupo de personas orquestadas por un moderador templado y ecuánime, y unos  participantes que expongan su punto de vista correctamente y respetando los turnos de intervención, no como sucede en muchos debates, que por pisar y apabullar, se sientan con la consigna del "todo vale". Amigos, agradeceríamos debates de calidad en los que prime la inteligencia, esas neuronas ausentes en demasiados participantes que les hace no tener criterio propio y dedicarse a echar por tierra los argumentos que exponen los demás sin aportar nada inteligente. Hacen falta en ellos personas validas por su saber y no por ser el que más ruido hace. Esas exigencias nos evitarían tener que soportar a muchas tontas de rimel recargado, carnes al aire y a muchos creídos de tupé injertado, engreídos y que se creen el "vellocino de oro". Si los directores de dichos programas tuvieran algo de esto en cuenta y respetaran más la inteligencia del colectivo ciudadano, estaríamos menos tensionados todos. Pues amigos ni los cerdos comen todo lo que se les echa.
                                                                           Es indignante

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