Gestionar, conocer y dirigir el mundo de las
emociones personales por su amplitud, profundidad, complejidad y misterio, es de
todo punto imposible. Para las personas mas frías y cerebrales puede resultar
más factible por que se implican menos y sufren menos, ya que ven la vida pasar
desde un ángulo o altura más distante. Se asientan en una isla protegiéndose y
asentándose del resto del mundo. Pero también es cierto que al protegerse o adiestrarse
en esa dinámica de no implicación emocional, o tal vez por que lo lleven
escrito en su campo o corteza cerebral y ADN o quizás por sentir y tener su
corazón navegando por mares más fríos, tienen por ello minimizadas las grandes
emociones, las grandes alegrías que a veces la vida sorprendentemente nos
regala. Estas personas suelen ser menos entregadas en el amor, y ello puede
proporcionarles un antídoto no contra la picadura de víbora, pero si contra las
decepciones, desencantos y penas de amor que nos depara el vivir. Así que hoy
voy a hablaros no de estas personas frías y corazón de hielo, hoy lo haré del
común de los mortales, de la gran mayoría de “los apasionados”, de los que os
entregáis os implicáis, de los que entráis en una nueva emoción sin armadura,
sin paracaídas y sin chaleco salvavidas, de los que yo formo parte, he de
confesarlo. De esos los un poco inconscientes, que iniciando el vuelo, vemos a
la azafata explicando rutinariamente los códigos a seguir ante una emergencia y
la sentimos y escuchamos como algo lejano y que tiene nada que ver cono
nosotros, o como el sermón que nos oscurece la fiesta cuando estamos apunto de
comenzarla.
Bien, pues si pertenecéis a este florido y
amplio grupo, seguro que sabréis que somos más propicios a caer en el error de
dar nuestra confianza a personas que muchas veces no se la merecen y que nos
defraudan cuando les hacemos una confidencia personal, y luego tenemos la
certeza de que han ido divulgando nuestras intimidades. También es muy decepcionante
comprobar que esa persona en la que hemos puesto total confianza, nos miente y
más decepcionante es cuando nos traiciona en el amor, el novio, el esposo, el
amante y por qué no, el amigo o amiga. Es en esos momentos cuando los más
entregados pensamos que tal vez nos iría mejor siendo mas fríos y distantes. Pero amigos, admitámoslo, ello
seria casi de todo punto imposible, ya que nacemos con un sentir y aunque
intentemos cambiar iríamos a contracorriente y nadar siempre así seria
agotador, y el esfuerzo seguro nos vencería. Miremos pues la parte positiva de
ser como somos, pues también cuando la felicidad y la alegría nos roza la piel,
el sentimiento y el corazón, somos más felices. FELICES con mayúscula y a lo
grande, algo que al fin compensa y con creces ese tiempo en que hemos sufrido.
Además podemos ser más afortunados que los fríos, esos que se mueven en quietud
de sentires, ya que según nos explica el doctor “Mario Alonso Puig”, la
confianza, el entusiasmo y la ilusión, pueden tener un efecto favorable en la
salud, ya que recientemente nos dice, se han hecho estudios con una tecnología
de neuro-imagen y el resultado prueba que cuando una persona esta ilusionada y
confiada frente al desafío, su cerebro funciona mejor que cuando se siente,
amedrentada. Y dice este estudio, que las personas más propicias al entusiasmo
y a la ilusión tienen un impacto positivo en la salud.
Así que amigos, nosotros, los entusiastas,
somos más proclives a llevar decepciones, pero parece ser que ello refuerza
nuestro sistema inmunitario, así que el ser menos contenidos y austeros
emocionalmente, hoy sabemos que es sinónimo de mejor salud. Este doctor afirma
que una emoción negativa, debilita el sistema inmunitario durante seis horas.
En este tiempo social convulso, lleno de incertidumbre miedos y temores, la
fuerza y el dinamismo de personas positivas es crucial para uno mismo y para
transmitir y ayudar a otros a cruzas días de sombras. Sabemos que las palabras
son una forma de energía que transmiten vitalidad y si tienen un anclaje de
fuerza, esperanza e ilusión al contrario que el latiguillo de abatimiento y
derrota de los pesimistas, es esta palabra positiva, un arma eficaz y a nuestro
alcance, el de las personas optimistas que puede ser un regalo de total
relevancia para los que nos rodean ya que nuestras palabras pueden ser un punto
de luz en la oscuridad y el motor que nos haga a todos seguir adelante y dejar
atrás días de sombras.
1 comentario:
La parte final de tu alocución (oí esta palabra y me gusta) me recordó algo de Marinetti, un poco anterior o quizá precedente del manifiesto futurista de hace más de un siglo:
"El progreso humano exige cada vez más del alma de los jugadores de azar, del olfato de los sabuesos, de la temeraria intuición del aviador, de la ensibilidad del medium, y de la predicción del poeta".
Bueno, eh?
Por cierto, Marinetti era coleguita de nuestro Gómez de la Serna.
Un abrazo de la media naranja radiofónica.
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